Navidad y Villancicos
Los que se aburren.
Navidad es una época de regocijo, de celebración, de canturreos sin sentido, de comilonas y oraciones, de reunión con los parientes cercanos y no tan cercanos, de llamadas inesperadas. Ehh... no exactamente. Las celebraciones navideñas son, usualmente en el hogar de mi madre, una excusa más para prácticar la diplomática sonrisa, para ignorar los comentarios acerca de lo "repuestica que estoy", para jugar a la huelga de hambre y para desafinar voluntariamente cada vez que sea posible.
En casa de mi abuelo se reunen anualmente al rededor de 60 personas (de primer grado de consanguinidad) que se jactan de su cultura, sus buenos modales, y en general, de su exitosa crianza paisa. Pero no es sino que saquen el pavo, o el whiskey, o el guaro para que empiecen a oirse estrepitosas risas, berridos con contenido obsceno y chiflidos y se olviden del espíritu mismo de la "noche de paz". Desafortunadamente, eso sólo ocurre después de ocho horas de insoportable espera.
Llegamos a la casa de mi abuelo a las seis de la tarde. Allí, mi mamá y mi abuelo organizaban los regalos del "amigo secreto" -práctica satánica- , secuestraban la figurita del niño Jesús para esconderla luego y pagar el rescate, redondeaban los buñuelos y enfriaban las copas. La charla cordial -vamos a ver televisión....no-, llega la primera familia, la segunda, la tercera. Que la política, el futbol, el vaticano, que mi hijo gana x millones de pesos al mes, que la cirujía, que la sobrina que vive en europa, que los zapatos, que los novios, que la virgen maría, que cocacola light en lata, que cómo así que fumas? que qué, más cerecitas, más uvas, dónde está la novena, y las fotos, la quinta familia, treinta niñitos corriendo por ahí, gritos "Raqueeeeeeeeeeeeel!!!", la campanita. Salgo a fumarme un cigarrillito, y otro y otro más. Son las 10 y media de la noche y no se ha dejado ver la comida. Como no se ha rezado la novena, es claro que esto va para largo...llegan aun más familias... "Benignisimo Dios, blablabla" tutainatutainatututumaina. Se acabó.
A eso de las once y cuarto empezó la repartición de los regalos del amigo secreto, puras porquerías. Luego el juego del gaula y el niño jesús. trescientosmil pesos entregados como rescate a una quinceañera que pagó seis veces eso por unos zapatos. ¿¿y la comida?? no señores, nada de eso. La sesión de reflexión, de crítica no muy cordial a la pinta, la sesión de preguntas acerca de "Gabriel es que se llama??" (no ala, por enésima vez, MIGUEL, M_I_G_U_E_L!!!!!), el whiskey el brindis, faltan cinco pa las doce...
en cualquier caso, felices pascuas.