viernes, enero 28, 2005

El trabajador mediocre siempre culpa a sus herramientas.

Desde hace algun tiempo tengo un empleo. Es un trabajo pago que disfruto y que me da la posibilidad de aprender cosas útiles para cuando tenga que irme de mi casa y valerme por mí misma, de participar activamente en cada una de las etapas del proceso editorial, de leer lo que está "in" en filosofía, de redactar cartitas y mensajes como una persona de bien, de aprender a hacer consignaciones en un banco, de decir "ronda que yo invito" sin que sea un mal chiste, de comerme las uñas de la angustia, de absorber la radiación de una pantalla de computador durante al menos dos horas más diariamente, de acostumbrarme a usar un mouse sin ruedita, de arrancarme los tres pelos de la cabeza de la desesperación, de fumar hasta el cansancio, de ejercitar la virtud de la paciencia cada vez que una pendejadita sale mal, de ser terriblemente intensa con el encargado de la imprenta, de superar el "impasse" de mi ojo perezoso, de apreciar la belleza en la perfecta alineación de páginas opuestas. Pero, a pesar del amor que profeso a mi trabajo y el perrenque que tanto le meto, hay un problema.
Pregunto ahora si alguno ha visto de frente el rostro del demonio, si alguno conoce las tretas del maligno para hacernos caer en el pecado o su inmenso poder para cambiar aquello que creemos ser permanente y estable. Yo lo he visto, convivo con él, soy presa de su seductora y aparente simplicidad a diario. La más maléfica de las creaciones se me ha presentado como un programa de edición: Adobe PageMaker 7.0.

Este programita es presentado como una herramienta eficiente para aquellos que decidan meterse de cabeza en el dispendioso proceso de la edición de textos, entre otras cosas. Supuestamente, el programa incluye miles de 'features' que facilitan y agilizan la diagramación. Tristemente, eso es una horrenda mentira.
En primer lugar, PageMaker NO tiene algo siquiera similar a la tablita hermosa que trae Word para los símbolos, si usted quiere, por ejemplo, poner una flechita en medio de su texto: paila papá, mire a ver cómo lo logra. Si en lugar de eso quiere, diga usted, algo tan cachesudo como el bien ponderado símbolo de "para todo", le figuró meterlo como una imagen. El programa le dice que tiene facilidades para insertar imágenes, eso, claro está, siempre y cuando NO vengan como parte del texto. Si usted quiere hacer eso, vaya a Paint, pínte el simbolucho y ruegue a dios o a quien sea para que no resulte macheteado en el proceso de inserción. Si es lo suficientemente de buenas como para que no se dañe el interlineado, tenga a la mano el WinZip o algo del estilo, porque el archivito le va a pesar una tonelada. La otra cosa es que a PageMaker le gusta ser un revolucionario, algunas veces pega el símbolo dentro del texto como es debido, otras, pues no. Y entonces queda uno viendo un chispero en lo relativo a la eficiencia del proceso porque, por un lado, si el símbolo está varias veces en el texto, toca meterlo siempre a mano y cuadrar los espacios, y por otro, toca hacer varias imagenes que cuadren según el capricho del programita. A PageMaker le gustan las resoluciones bajas, no así a la imprenta, entonces, ¿qué hemos de hacer para que no pongan pereque por lo perecudo del programa? :Camellarle horas y horas y horas. Pero eso no sirve, porque a don Page le da por no grabar cuando no quiere, y cuando quiere, por grabar mal. El resultado: archivos defectuosos de un millón de megas. Lindo, muy lindo.
Convoco a todos aquellos que han tenido algún problema con sus computadores a revelarse contra los programas costosos y demagogos, pido a todos su máximo empeño por acabar con la mentira y falta de moral que los expendedores de software presentan, sugiero que volvamos a las bellas épocas de la máquina de escribir y las tijeras y el pegastic que ningun tipo de formato compatible con nada nos exigía o que nos pasemos a Linux y aprovechemos las múltiples posibilidades que por malas que sean no pueden ser peor que lo que don Bill nos ha legado. Les pido, de todo corazón, que apoyen a esta mediocre trabajadora en su cruzada contra la infamia.
ABAJO PAGEMAKER!!

lunes, enero 17, 2005

La contemporánea ingratitud

El primero de Julio del año 2002, aranta, de 18 años de edad, recibió su diploma de grado de bachiller de parte del Colegio La Candelaria; junto a ella, 71 señoritas de "buena familia" culminaron sus estudios básicos y emprendieron el duro camino de la educación superior. Dos años y medio después, un e-mail firmado por chuchi, meme, vivi, lala y otra sarta de diminutivos insípidos llegó a la bandeja de entrada de la señorita aranta. El mensaje: "niñas, sería super chévere que nos vieramos un ratico y nos tomaramos algo super rico. Encontrémonos en Beer Company de la 116 el lunes 17 de enero a las 7 PM. Ojalá que todas puedan ir, avísenle a todas las niñas que puedan. Un besito!!" Aranta, motivada por la búsqueda eterna de chisme y material fotográfico útil para futuras distorsiones, se puso la pinta dominguera y planeó terminar embebida hasta la inconsciencia a costa de sus congéneres y contemporáneas. El día fue algo más largo de lo esperado. A las 7 se encontraba apenas en su hogar recogiendo la camarita y el poco dinero de que disponía para la sublime bebeta. Por cuestiones del destino y la adicción a la interneque, aranta se conectó a su messenger para ver si tenía algún mensajito nuevo. Resultado: chuchis y pepis conectadas.
Qué moños sucede? es que las organizadoras del evento no están esperando a la cofradía??
Pues no, más grave aun: La reunión se había realizado sendas horas antes. Qué indignación!, qué malestar moral!, qué desesperante frustración ante la falta de chisme!: dos años después de haberme graduado sigo siendo el bolardito social. Qué clase de información vergonzosa he de pasarle a mi corresponsal en la tierra del sol naciente? cómo sabré quién renunció a sus estudios y se dedicó a buscar papel en Padres e Hijos? del destino de quién me reiré en momentos de profunda melancolía? cuánto tendré que esperar para que se me reembolse en cerveza el dinero que juiciosamente aporté durante años para el Prom?
La fuente del problema, creo yo, es el elitismo y arribismo extremo al que se han visto expuestas las uniandinas y javerianas de mi promoción (sin ánimo de ofender a los bloggeros adinerados que en tan distinguidas universidades parchan...) : asumen que porque estudio en una universidad en la que la papa se valora más de lo que debería, una universidad en la que todavía se consigue arepa de huevo y banano en las cafeterías, una universidad en la que los ancianos con bastón de guadua pueden caminar sin miedo a que se les empeore la vena várice por tanto escalón, no sé operar un teléfono celular. Pues les aviso: "minuto a celular $250", "llamada a concel, belsaus y ola", "celular celular celulaaaaaaar!!!", tienen un significado arraigado profundamente en mi mente.
Me pronuncio en este momento en contra de cualquier asociación, congregación, grupo de apoyo, sindicato, cofradía, hermandad, sociedad no anónima, y demás disfraces para las oscuras intenciones de los ex-alumnos. Condenados sean todos aquellos que pretenden seguir haciendo de lado al ñoño, al gordito, al del acné (en el presente caso, yo, yo, yo); que se quemen en las brasas del infierno todos aquellos que buscan consagrarse con un logo ("classofo2") como la crema y nata de la sociedad, que no les acepten la tesis y se casen con un borracho por no gastarme cerveza, que sus hijos salgan mimos y metaleros y sus hijas gusten de los camiones monstruo y se dediquen a ser estatuas humanas en el centro, que les quede el pie plano y no puedan subir más escaleras, que se vean obligados a comer papa por el resto de sus vidas al desayuno, almuerzo y comida, que en un futuro tengan que venir a pedirme plata (tras ganarme el baloto, por supuesto), que se les dañe el celular, que el fantasma del sofista sin cabeza aparezca en sus sueños y les haga crecer desmedidamente los pelos de los pies, que tengan que dedicarse a hacer chou de títeres callejeros, que el Japón domine el mundo y sea yo la única en conseguir empleo. Condenadas sean promoción 2002 por envidiosas!!

miércoles, enero 12, 2005

yo no olvido al año viejo

Usualmente paso año nuevo en Chía (pueblo miserable a las afueras de Bogotá) con la familia de mi papá, me embuto cuanta uva me cabe en la boca, como jamoncito o ravioles, me tomo uno que otro par de cervezas, me aburro un rato, charlo otro rato, me da frío, abrazo a familiares y conocidos presentes y me devuelvo en estado de paranóica somnolencia (causada por el estado de no-tan-evidente-sobriedad de mi padre al volante) por la autopista norte hacia mi hogar. Este año, sin embargo, la cosa pintaba bastante mejor.
Mis queridos suegros decidieron invitarme a pasar el fin de año en el trópico, a las orillas del mar cartagenero que durante veinte años se mantuvo ausente en mi vida. Emocionada, compré un protector solar de SPF 50, una toalla psicodélica tamaño familiar y un tarrito de champú johnsons baby. El 27 de diciembre, tras una serie de inconvenientes técnicos, la tía de don miguelito y don andresito gualdrón me recogió en su flamante vehículo y nos dispusimos a ir al bello pueblo santandereano de San Gil. Poco sabía yo de la distancia existente entre la ciudad acogedora en que vivo y el pintoresco pueblecillo; horas y horas de recorrido al son de salsa, varias siestecillas y una que otra curva peligrosa terminaron en el hostal que generó la temible epidemia de "diarrea del viajero". Debo decir que Santander me gustó, la idea de comer insectos con magnos traseros sólo puede surgir de un pueblo noble y civilizado, el recuerdo de placeres indecibles del otrora Pocicle (ahora Popcicle) y la Kola Hipinto -->



<-- generan un calorcito en mi interior, la omnipresencia de los clones de Eduardo Aponte y la moda calentana del lugar me impulsan a volver. Aprovechando que Santander es una tierra en que la aventura atropeya al turista, decidí continuar con la tradicional descolgada de las alturas que desde el viajecito al amazonas practico. El "rappel" (sabrá chucho si se escribe así) de 75 metros realizado en 5:56 minutos me dejó como resultado una rodilla morada y una serie de fotos memorables con cara de anciano infartado (la foto es de la fase de práctica, bajando de una piedrecita).-->


El 30 de diciembre, habiendo recorrido cerca de 400 kilómetros de los 1085 que habían de ser recorridos para llegar a Cartagena, subí a la camioneta Subaru, y en evidente acinamiento me dispuse a continuar animosamente con el viaje. Sólo puedo decir que las carreteras colombianas desafían las leyes de la lógica y probablemente por ahí derecho las de la física. Manteniendo un promedio de velocidad de cerca de 90 km/h, nos tomó catorce horas llegar a Pailitas, pueblo olvidado por Dios y el demonio y muy muy muy lejos de Cartagena. Los ánimos se tornaban hostiles frente al camino y el calor, la idea de la eternidad de la carretera amenazaba con arrebatarme la cordura... Pero, el 31 de diciembre, en horas de la tarde, arribamos a Cartagena, cansados, sancochados, adoloridos, con una sola nalga bajo la espalda... Celebración de año nuevo: 11:30pm la almohadita babeada. Andresito Gualdrón opina que uno pasa el año como pasa el cambio de año, yo seguiré siendo una babosa.
Yo la pasé bueno en Cartagena, realicé muchas actividades muy interesantes-->

Evité la vena várice, me gané unos pesitos encontrando lentes de contacto en el fondo de la piscina de agua salada, practiqué para el campeonato de break-dance sub-acuático, serví de descansadero a uno que otro pajarito en necesidad,

me asombré por la propaganda deliberada que Manuel Teodoro hace de los Lucky Strike (it's toasted) y por el contraste que entre la parte que la arruga esconde del sol y el resto de su rostro existe. Pocos costeños se me aparecieron por el camino, poco folclor, poco sabor, nadie que me aclarara qué moños significa que algo sea muy "champeta". Pero esto no me llena de tristeza, otras cosas hermosas pude ver por el camino-->

es bueno saber que en Colombia todavía existe espacio para que un hombre disfrute de una kola con su bolso y su chihuahua.