Timeo o del plagio.
don Porfirio nos ha obligado a hacer una extracción de los problemas filosóficos encontrados en el Timeo. don Porfirio tiene el huevo. El Timeo es un diálogo ambicioso; no es claro si busca plantear nuevas respuestas a problemas anteriormente planteados o si es simplemente una recopilación de las recopilaciones de opiniones respecto de un numero incierto de temas. El Timeo pasa fluidamente de un tema a otro mostrando, talvez, la pretención platónica de unificar aproximaciones a la verdad. La grandeza platónica se manifiesta en los extensos pasajes, probablemente no-concluyentes, y en la precisión inusual de las preguntas a responder. Es, realmente, un diálogo admirable, una obra maestra del pensamiento clásico. La tarea de enumerar los problemas y los argumentos expuestos en el diálogo se configura lentamente como una labor de encomio al genio de Platón.
Pero, a pesar de todo esto, siendo fiel a mi filosofía de vida, "Platón, Aristóteles tu papá", debo decir un par de cositas:
don Porfirio supone que el Timeo es un diálogo premeditado y no una copialina para un parcial de la academia. Seguramente el jóven Aristóteles, angustiado por que su promedio de 3,14159 no le alcanzaba para acceder a las becas de intercambio a Macedonia, escribió breves notas acerca de las "enseñanzas" de su maestro: que una cosa de los guardianes aquí, que que Solón por allá, que transmisión escrita o transmisión oral del conocimiento, que el demiurgo, que el dualismo, que las ideas, que los números, que la verdá, que el silencio, que la percepción y la razón, que los poetas son unos pirobos, que el alma tripartita. Vaya uno a saber. Al llegar una mañana a la academia, y ver que don Teofrasto se había sentado en su piedra de la suerte, Aristótles pensó que todo estaba perdido. Se sentó con las piernas cruzadas, permitiendo que la parte inferior de su toga, donde tenía anotados los datos pertinentes, se mostrara; "saquen un pergamino muchachos" dijo Platón entre tartamudeos. Aristóteles procedió a afilar su pluma y remojarla en la tinta purpúrea, "primera pregunta: resuma brevemente la constitución de la polis", Aristóteles, muy juiciocito, empezó a listar rasgos. "Segunda pregunta: qué sustenta la impermeabilidad griega a la senilidad?". Aristóteles, recordando al viejo Solón escribió lo que su compañero de patineta, Critias, le había comentado el jueves anterior mientras bebían. "Tercera pregunta: "Qué clase de hombre se asemeja más al creador?"....
Un parcial de aproximadamente 32 preguntas y una jornada entera de trabajo fue entregado a Platón por el joven Aristóteles. El primero, viendo la genialidad, sistematicidad, y en general, perfección del texto expresado en tan mala letra, decidió que era lo mejor pasar a su alumno y guardar el parcialito para la posteridad. "Aristóteles, muchacho, felicidades por tan buen parcial que presentaste, yo creo que es hora de que aproveches esa facilidad que tienes para la exposición y te vayas a cuidar al hijo de un amigo. El chino es medio caspa, pero, como sabes, eso te ayuda para lo de la paciencia. El parcial te lo devuelvo luego, cuando termine de pasar las notas, pero te felicito por el 3.5 que sacaste!"
Lo que hizo después Platón es ya claro para todos: la parte más chévere de cada respuesta fue antecedida por un "Socrates: -" y las partes que no cuadraban con la bonachoneidad del anciano fueron antecedidas por un "Timeo:-"
Lo mismo hizo el maestro al encontrar el proyecto de monografía del jóven Aristóteles, en el que se señalaban las insalvables fallas de la teoría de las ideas, hoy día conocemos el texto bajo el nombre de "el Parménides".
Años después, canado por culpa del mal gusto de las bromas de Alejandro, Aristóteles fue a la reunión de exalumnos de la academia y se encontró con que su maestro, ahora dedicado al chou-cabaret, había publicado bajo su nombre sus parciales, tareas y proyecto de monografía. Iracundo, regó el ponche en el piso del ágora y la túnica de Teofrasto y corrió hacia su hogar. Allí, empezó a dictar (pues a causa de las múltiples críticas de Platón había desarrollado una fobia a su manuscrita) pasajes a incluir en la gran mayoría de sus artículos que criticaban la posición "platónica" ya sin la ingenuidad del alumno de la academia que en un tiempo fue. Pasó a la historia como el gran genio, como el Maestro de Maestros, como el humanista por excelencia, como el Padre de varias ciencias, y, para su infortunio, como Maestro de Alejandro y Discípulo de Platón.
Así, siglos, milenios después, don Porfirio creyó haber encontrado la respuesta a los grandes enigmas platónicos dentro de la doctrina platónica misma. Qué engañado que está don Porfirio, qué fe desorientada profesa, qué terrible trampa le ha tendido el destino. Aristóteles sale triunfante, una vez más.