lunes, junio 27, 2005

Dekirune.

En medio de trasteo de computadores y demás oficios inoficiosos a los que me dedico en esta recién adquirida vacación, he encontrado especial placer en retomar mis estudios de japonés. Lejos de darle más dinero a Ninfer-san o intentar en mi universidad o alguna otra, he descubierto, por fin, las maravillas que tiene internet para ofrecer. Sí, esas maravillas de las que tanto hablan pero nunca vemos.
Estudiar japonés es bastante divertido, si se ignoran los miles de Otaku con los que uno necesariamente se encuentra, personajes molestos principalmente por su poco interés en la lengua japonesa y desmesurado interés por pokemon y sus compinches. Es bastante divertido, si se ignoran los letreritos en post-its morados dejados en la puerta del instituto diciendo que la clase es al día siguiente porque el profesor tiene diarrea. Como todos los idiomas, el japonés tiene sus gallitos (sus complicaciones). El más notorio es el siguiente: es un idioma platónico, en el sentido en que no puede aprenderse, sin saberlo ya. Uno no puede leer de buenas a primeras un texto, así sea para niños y no únicamente porque el vocabulario sea desconocido, o muy técnico o muy rebuscado, no, uno, si no ha leído el texto antes, no lo puede leer por primera vez. ¿paradójico?, creo que si. El problema reside en que los kanji (esos garabatitos que parecen bichos estripados) no son como el amable hiragana o katakana, ni como las letras occidentales. A pesar de que sí tienen valor fonético, éste no es explícito. Los japoneses escriben de tal manera que no se sabe, a menos que se sepa, qué están diciendo; no se sabe leer lo que se pretende leer. Por eso, al estudiar japonés, es importantísimo dedicarle largo rato a estudiar kanji, cómo se dibujan, cómo se leen cuando están solitos, cómo se leen cuando están acompañados y cómo se leen en los casos excepcionales. Pasé horas y horas haciendo tablas, listas, escritos pendejos en los cuales usar los kanji, sin importar qué hiciera el resultado era el mismo: de los 600 kanji que se supone tendría que saber leer y escribir, me sé aproximadamente 2. Pero mi vida cambió. Llegó el pingüino.
El pingüino japonés, a pesar de no tener la colita al viento ni las medias al revés, zapatea alegremente siguiendo las flechas del teclado para unir los kanji, sus pronunciaciones y su significado. El jueguito, que sabrá Hirohito quién se inventó, consta de 16 niveles completos y uno incompleto de asociación de kanji. Para los más inexpertos hay también dos niveles preliminares, de hiragana y katakana. El ejercicio es bueno; aunque el vocabulario es bastante básico y probablemente sacado de los manuales de kanji de Mina no Nihongo, resulta muy útil a la hora de comprobar que no estabamos todos dormidos en clase de japoñol. Para la comunidad nipponparlante, o nipponparlante en proceso como yo, el jueguito mata tetris, buscaminas y solitario spider. Aguante pingüino!

domingo, junio 26, 2005

Willy Wonka, Charlie and the Chocolate Factory

Hace muchos años, no había en mi casa tvcable. Nos las arreglábamos con los canales que, gracias a una antena parabólica de sospechosa procedencia, entraban por una suma considerablemente menor a la que pagamos hoy. La parabólica de antes no era, como la de ahora, mera perubólica; HBO, Cinemax, Mtv, Disney Channel, TV Land y demás canales enteramente gringos entraban sin subtítulos ni propagandas dirigidas al público argentino. Recuerdo que por la época en que entraba a cuarto de primaria, ya siendo amiga de Norma, llamaba por teléfono a recitar Ace Ventura o Congo; recuerdo haber visto muchísimas veces los tan bien ponderados Gummy Bears y Adventures in Wonderland y uno que otro capítulo del Mickey Mouse Club con la actríz de Felicity. El Disney Channel -muy distinto a la cosa espantosa que pasan hoy día para la audiencia latina- estaba lleno de programas educativos producidos por Jim Henson y películas sesenteras o anteriores estelarizadas por Halley Mills -algunas de esas películas han sido re-hechas, curiosamente con Lindsay Lohan como protagonista: The parent trap y ahora Herbie aka Cupido motorizado. Dirigidas siempre a un público inocente e ingenuo, las películas que pasaban mostraban la importancia de valorar las cosas simples de la vida, reirse de bobadas y darse cuenta de que el rubio nunca pierde. Por eso me pareció siempre que la emisión de "Willy Wonka and the Chocolate Factory" tenía que ser un error. A pesar de que en última instancia la victoria pertenecía al rubio, de que la honestidad y rectitud en la conducta eran la moraleja a exponer y de que los oompa loompa eran un ejemplo perfecto de recurso humorístico, tal película distaba enormemente de lo que yo consideraba que una película de Disney debería ser.
Willy Wonka and the Chocolate Factory hace, hasta el día de hoy, que se me paren de punta los pelitos de la espalda. No es únicamente que los Oompa Loompas sean por sobre todas las cosas diabólicos a un punto casi inexplicable, no, el asunto es que la historia de la película, historia original de Roal Dahl, no es esperanzadora ni reconfortante ni llena de dulzura. Es una historia que deja claro que las segundas oportunidades son inexistentes y que un minúsculo error -producto de un carácter inevitablemente formado de una u otra manera- lleva a un grandísimo fracaso. La película no tiene escrúpulos al mostrar la caída de quienes, a criterio del señor Wonka, no son merecedores de seguir adelante. Niño por niño se reduce el grupo de los elegidos azarosamente, hasta que sólo queda Charlie; pero la despedida no es "civilizada", no hay nunca un "cometiste un error, pero eso no te hace un ser despreciable". Cada niño es castigado por sus errores terriblemente, sus acciones son llevadas a las últimas consecuencias. Lo aterrador de la película es que deja como mensaje la inevitabilidad de las implicaciones de cada pequeña acción; es una cachetada en la cara a un niño pequeñito que, como yo hace muchos años, busca desesperadamente el refugio en su inocente estado para ser exonerado de errores que no puede evitar cometer porque siempre le han acolitado su conducta. Detrás de todo el dulce que se muestra está la amarguísima realidad de la vida, sin quererlo, todos somos absolutamente despreciables, necesariamente culpables de algo de lo cual no somos siquiera conscientes.
Este año se estrena una nueva versión de la película, ésta, dirigida por Tim Burton. Promete ser tanto o más aterradora que la primera; puede confiarse en que, al igual que The Nightmare Before Christmas y Batman Returns, la oscuridad de la atmósfera hagan de ella una película tan memorable como temible. Según lo que he visto, tiene las mismas características de la primera: supuestamente es para niños, supuestamente llena de cancioncitas alegres y mensajes esperanzadores, tiene también a los Oompa Loompas como chistecitos , la extraña personalidad del señor Wonka y la tierra de fantasía hecha de dulces. Pero no por eso dudo del carácter siniestro de la producción, no dudo de que saldré del cine convencida de lo irremediable de mi situación de culpable, de lo terriblemente mala persona que llegué a ser sin darme cuenta.
Ya no tengo parabólica y el Disney Channel es una porquería terrible, Halley Mills debe tener ahora 70 años y su reemplazo de pelo rojo realmente no me convence de que el mundo sea un lugar bonito para vivir. Ésta será mi película de terror del "verano".

martes, junio 21, 2005

Wir sind Helden



La tareita de seleccionar 50 canciones que apelen de manera especial a mi gusto musical no puede ser llevada a cabo. Es realmente muy difícil discriminar las canciones que me gustan cuando estoy buena vibra de las que me gustan, o me emocionan, cuando estoy de mal humor. Las categorías parecen ser no sólo esas dos; está la música que me gusta que no tiene letra, la que sí la tiene, la que la tiene en español, la que la tiene en inglés, la que la tiene en japonés y, ultimamente, la que la tiene en alemán.
Me gustan mucho los idiomas, me gusta mucho aprenderlos, quizá más que hablarlos -o imaginar que no hago el ridículo intentando hacerlo-, me gusta como suenan, como se escriben, como se construyen. Desde que empecé a estudiar alemán -en la universidad, sin mucho cuidado, en el segundo semestre de 2004 y seriamente en el Goethe Institut desde diciembre pasado- descubrí las delicias del pop-punk germanoproducido. Además del ya clásico "Rock me Amadeus" y su contraparte pop "99 Luftballons", la música pop alemana tiene mucha diversión para ofrecer. Wir sind Helden ejemplifica maravillosamente el movimiento lúdico iniciado por los Muppets tiempo hace. Con letras fáciles que rasgan en lo ridículo hacen del proceso de aprendizaje de una lengua extraña una experiencia simplemente deliciosa. Es como cuando era muy pequeñita y gritaba sin entender del todo "Chi Lobs Yu, Ye Ye Ye", o "Lob Lob mi du", que para mi asombro -y talvez también vergüenza- eran en realidad "She loves you, yeah yeah yeah" y "love love me do". Ahora, mientras monto en bus, por la calle 26 o la avenida Boyacá, los demás pasajeros voltean sus cabezas con asombro tras mis descomunales berridos evocativos de algo con sentido en un idioma que no del todo empiezo a comprender. A pesar de la vergüenza, y siempre fiel al slogan enunciado en la dirección de esta paginita, debo decir que cada día soy más aficionada a la música producida en alemán por alemanes y no alemanes.
Wir sind Helden -los de la foto- me han enseñado muchas cosas que no creo poder usar, tantas como el infame Conde Contar, pero estos son mucho menos macabros que el último. Son una banda berlinesa, con un marcado seseado de las "ch", muy guturales "rr" y deformación de las vocales largas. Han sacado ya dos discos: "Die Reklamation" con el exitaso "Denkmal" -y mis favoritas por su sencillez "Guten Tag" y "Ist das so?"- y "Von hier an Blind" con el sencillo del mismo nombre y otras cancionsotas como "Wütend genug" y "Gekommen um zu bleiben". La rubia con cara de orate mental tiene una voz bastante agradable y, hasta donde sé, toca la guitarra también -supongo que igualmente hará con el banjo que se esconde en "von hier an Blind"- y la banda tiene un sonido bastante cheverongo.
Recomiendo la banda, no sólo porque es un pop agradable -que, ahora que lo pienso, suena parecido a Joydrop, banda canadiense-, sino porque me ha permitido hacer traducciones de un alemán sencillo al más pulcro de los españoles:
(original)
Ich weiß nicht weiter
Ich weiß nicht, wo wir sind
Ich weiß nicht weiter
Von hier an blind
Von hier an blind
Von hier an

(traducción)
Vaya uno a saber
Vaya uno a saber, dónde es que parchamos
Vaya uno a saber
Hasta las quince
Hasta las quince
Hasta

Nótese la literalidad de la traducción.

lunes, junio 20, 2005

aranta y los miedos.

Cuando Felipe apenas empezaba a leer, varios de los libros que a sus manos llegaban por vía de parientes y amigos de parientes eran realmente insípidos. La mayoría tenían más ilustraciones de las necesarias y las historias se resolvían con una facilidad casi risible. Mientras él leía "Pepe y la Armadura" y un libro mandado a hacer en su colegio sobre un ninja extraterrestre que buscaba su ayuda para alguna cosa, en los estantes reposaban libros que yo había leído antes, también cortos y llenos de ilustraciones, pero, que según mi parecer, eran realmente más valiosos y entretenidos que esos que leía mi hermanito. Había uno, con un caimán que usaba un sombrero vueltiao (?), que había leído varias veces y siempre me dejaba con la sensación de no haber leído en realidad, algo similar a lo que me pasa hoy en día. Era un libro pequeño en tamaño y en grosor, la pasta era blanda, de un amarillo brillante y el caimán estaba en un espacio blanco enmarcado por una delgada línea verde oscura. No sé qué habrá sido de ese libro. Después llegó otro libro, con más texto y menos imágenes; éste me pareció más interesante, aunque todavía algo simplón. Felipe tenía que leerlo para el colegio -estaría para este momento en primero de primaria, o algo así- y según parecía, le gustaba mucho el librito aquél. Yo, intrigada por su interés, decidí tomar el librito un día y leerlo. La edición era claramente dirigida a niños miopes y las veinte o treinta páginas que comprendía el libro entre texto e imágenes podrían ser organizadas en talvez dos o tres en una máquina de escribir común. Aún así, el libro me pareció entretenido; hablaba de un niño que iba a casa de su tía o su abuela o cualquier otro pariente femenino de rasgos paquidérmicos, casa terriblemente grande y oscura en la que el baño quedaba lejísimos de la habitación donde el niñito tenía que dormir. El eje central de la historia era la incontinencia del pequeñito y la presencia de lo que él llamaba "los miedos". Aunque no recuerdo bien si los miedos eran entidades físicas o no, si tenían una apariencia clara ante el jovencito, recuerdo que él se repetía a sí mismo que no eran reales. Ellos respondían, talvez con un "buu" o un gemido fantasmagórico a los acelerados pasos de Gustavo -el niño- hacia el baño. Por algún motivo que no recuerdo, Gustavo decidió un día enfrentar a sus miedos; un enfrentamiento en el sentido más lato del término, se paró frente a ellos y les dijo que por favor no siguieran asustándolo, que quería ir al baño, que ya era un niño grande y no tenía por qué tener miedos. Probablemente el libro terminaba con una bonita amistad entre los miedos del baño y Gustavo, ya no lo recuerdo.
Hoy recuerdo el libro porque yo también tengo miedos nocturnos, no sólo cuando tengo que ir al baño que tan lejos queda de mi cama. Cuando ya es de noche y los techos de madera de mi casa empiezan a crujir, aparecen un número indefinido de criaturitas temibles que dicen cosas que no alcanzo a oir del todo, susurritos disimulados por el continuo zumbar del computador, o de la luz de neon que robé a Felipe para estudiar para los finales. Usualmente no les pongo atención, cierro los ojos o los abro con más fuerza y me convenzo a mí misma de ser también una niña grande que puede amistarse con sus miedos. Pero hay veces en las cuales eso no es tan sencillo. Hay noches, como anoche, en que los miedos gritan sus irracionales opiniones y se cuelan en la conciencia haciendo que los deditos regordetes tecleen sin control y obligando a una voz quebrada a hablar lo que no es cierto. El problema es que yo no veo a mis miedos, no sé en qué parte del recorrido entre la cama y el baño se encuentran, no sé si entienden español, inglés o algún otro idioma humano, no sé si hablando en voz alta me oigan, no sé si ignorarlos es desaparecerlos.

martes, junio 14, 2005

testigo.

Patton me pasa el testigo. Eso quiere decir que yo tengo derecho a responder un número de preguntas acerca de la piratería que en un futuro podrán ser y serán usadas en mi contra en una corte de justicia. Supongo que simplemente alegaré "No fui yo, fue algún yo pasado, o incluso, algún yo ancestral". Hasta que el sistema legal no se las ingenie para flexibilizar la manera de impartir castigos y perdones, no me queda de otra sino atarme la soga al cuello.
Como diría ananké, de la serie "Cava tu propia tumba", presentamos:

*Tamaño total música en mi PC: aproximadamente 16,3 GB-->5,333 archivos.

*Último disco comprado: Rey Sol, de Fito Páez (¡¿?!)

*Canción que oigo en este momento: Your Time is Gonna Come, de Led Zeppelin.

*Cinco canciones que oigo un montón o tienen un significado especial:

Listo, sin ningún orden especialmente premeditado.

-Pollyanna Flower-Alanis Morissette.
Fue mi canción favorita durante mucho tiempo. "What am I to do with all this Fire?" es una frase que sintetiza particularmente bien la mezcla de confusión y frustración que por momentos me invade, aunque ya no tanto. La canción apareció como lado B del single de la terriblisima Thank You; llegó a mis manos dos veces a través de amigos -ya perdidos- que trabajaban en emisoras radiales. Recuerdo habersela mostrado a Miguel el día que conocí a Marta, cuando él me entregó, por primera vez, una cartita escrita en su manuscrita casi incomprensible.

-Pagan Poetry- Björk.
Vespertine fue el primer disco que compré de Björk, no sé todavía por qué. Estaba en la tienda de Prodiscos en Hacienda Santa Bárbara y vi la cajita blanca con un cisne insinuado por líneas curvas que se intersecaban ocasionalmente, me pareció bellísima, así que decidí comprar el disco. Vespertine es uno de mis discos favoritos y Pagan Poetry junto con Undo y Unison me conmueve profundamente.

-Polaroid de Locura Ordinaria-Fito Páez.
Aunque conocía a Miguel desde hacía ya algún tiempo, no nos hicimos realmente amigos sino hasta que empezamos a "hablar" por messenger. En ocasiones escribíamos pedacitos de canciones que nos parecían especialmente dicientes. Por el momento, yo me mantenía firme en mi anti-fitopaecismo, él, por el contrario, convencido de las inmensas bondades del "rock argentino" me envió esta canción. Debo admitir que me gusta, como algunas otras cosas de Fito Páez. Aunque también me asusta la dulzura con la que se habla de cosas terribles, como tiernamente se describe la crudeza de la situación.

-Cambalache-Astor Piazzola y Roberto Goyeneche.
Cuando estaba en el colegio, Amanda, mi profesora de arte, insistió en que hiciéramos un 'performance' para el cumpleaños de Elvirulo -aunque pudo haber sido para el día del profesor, o navidad. La música que ambientaba el baile de algunas de nosotras disfrazadas de marionetas era Cambalache. Todavía me acuerdo de la emoción de Amanda mientras cantaba ese tan diciente "Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé". Me gusta mucho el tango.

-Don't Drink the Water-Dave Mathews Band.
Como las lecturas de adolescente, ésta canción es la medida justa de rabia inexpresada y grito de ayuda que en épocas de conflicto me auxiliaba. Recuerdo haberla conocido por el video, que mostraba al violinista y al cantante en un pantano de aguas negras; recuerdo también haber reconocido la voz de Alanis Morissette cantando en el fondo "and I live with my justice, I live with my greedy need, I live with no mercy, I live with my frenzied feeding, I live with my hatred, I live with my jealousy, I live with the notion that I don't need anyone but me". Todavía viene a mi en tiempos de angustia.

Yo tendría que estar estudiando, pero ya qué más da.

lunes, junio 13, 2005

Michael.



Estaba camino a la ducha y ví, en CNN, que hoy, más precisamente en 40 minutos, se dará el veredicto del juicio en el que se acusa aMichael Jackson de (i) haber conspirado para retener a personas en su rancho -Neverland-, (ii) haber suministrado alcohol a un menor de edad para inducirlo a conductas sexuales y (iii) haber acosado sexualmente a un menor. Los cargos, que en total son nueve, se dividen en los tres tipos mencionados.
Michael ha tenido que afrontar, desde hace ya varios años, acusaciones similares a las que en este caso amenazan con privarlo de su libertad por casi veinte años. La diferencia, en esta ocasión, es que alguna de las partes, supuestamente Michael, no accedió a un acuerdo económico. Durante el año y medio que ha durado el juicio, la fortuna y la salud del músico se han visto considerablemente disminuidas; algunos consideran que Michael finge su precario estado de salud para convencer al jurado de ser indulgente, yo no creo que sea así.
Supongo que es inevitable querer juzgar a Michael Jackson. No por considerarlo un ejemplo prominente de persona decadente e inmoral, sino por una especie de impulso de rechazo generado por su horrenda apariencia. Es cierto que el Michael que vemos hoy, el que hemos visto durante un tiempo, genera una cierta incomodidad, es casi amenazante ver a un hombre ya maduro hablar en un tono de voz tan propio de un niño, ver la pálida figura de rasgos afilados progresivamente que contrasta con la "concepción generalizada de belleza". Supongo, también, que el que no haya sido patente desde hace algún tiempo su enorme talento musical, ese tipo de sensibilidad tan dificilmente asociable a una 'mala persona', influye sobre el concepto que se tiene sobre Michael. No podemos evitar verlo ahora simplemente como un espantajo que imita personas, no podemos evitar olvidar a ese Michael sonriente que cantaba cancioncitas alegronas y pegajosas, no podemos hacer más que dejarnos llevar por la impresión de que no hay nada de ese Michael en este; porque no se está juzgando al Michael músico, se está juzgando al Michael hombre, que suponemos, no es el mismo.
Yo creo que Michael es inocente, pero no porque alguna vez fue un niño bonito, o porque es un gran genio musical, o porque no hay correspondencia entre su temible cara y sus actos; mis razones son mucho más simples: creo que Michael es inocente porque me rehuso a creer que las acusaciones se mantengan por su propio peso, porque creo que todo responde a un interés menos noble que la justicia, porque creo que quien acusa no busca simplemente ser redimido.
Por ahora, lo único que queda, es esperar.

domingo, junio 12, 2005

posting post-its


Hace 24 horas el numero de notitas amarillas sobre mi escritorio era considerablemente mayor. Quedan ahora sólo unas pocas, como queda también sólo poco tiempo.

What do i have to say for myself?

Schelling ist so schön wie Aristoteles.

viernes, junio 10, 2005

no hay progreso.

Llevo varios días dedicada a la lectura y a la escritura de mis trabajos finales. Aunque este semestre, a diferencia del anterior, no se me junto todo el trabajo para el final, sí se han aglomerado, en un solitario lunes, dos ensayos finales. El primero, para 'Filosofía y Tragedia', es sobre Schelling y (sí, predeciblemente) Aristóteles. Tengo síndrome de barrita titilante. He leído varios artículos, además de los textos de la clase y sé que tengo una noción no demasiado vaga de lo que quiero mostrar, pero, al sentarme frente al computador y hacer clic sobre el ícono de Word, todo se va a la caneca, quedo totalmente en blanco, como si no hubiera ido a clase, ni hubiera leído nada, ni supiera quién fue Aristóteles. Si no tuviera clase de alemán mañana desde las 8am hasta la 1pm, no sería tan grave no haber terminado "Schelling y una posible interpretación de la Poética de Aristóteles". Ahora tengo que pasar toda la tarde y lo que quede de la noche después del concierto en terminarlo, dormir alguito y poder empezar con el otro ensayo. El segundo, para el seminario sobre el problema de la identidad personal, está, definitivamente mucho más crudo que el resto. Voy a escribir algo sobre la propuesta de Parfit, a la que tanto afecto le tiene Hoyos, porque no termino de entender cómo funciona eso de 'lo que importa para la supervivencia'; talvez use algunos artículos que encontré en Jstor, todavía no sé, no he podido leerlos con cuidado. Cuando el lunes haya terminado, después de la clase de Filosofía y tragedia a cargo de Germán, vendré y dormiré cuanto alcance. El martes probablemente tenga que ir a la universidad, a reclamar el cheque de mayo que se llevaron al Uriel (¡maldita sea mi suerte!) y de paso mirar a ver si puedo reclamar el de junio. Después, ah, a encargarme de Platón. Me tiene angustiada ese ensayito final, me estoy metiendo con cosas muy por fuera de mi alcance. No es sólo que el Timeo sea complicado, sumándole el Parménides y probablemente un par de artículos sobre la ontología tardía de Platón, me doy cuenta de que cualquier cosa que diga va a ser, o demasiado pequeñita tal que resulte completamente irrelevante, o demasiado general tal que resulte inoficioso decirla. Quería poder sacar mi proyecto (o primer capítulo de tesis) del seminario, pero ya me doy cuenta de que no se va a poder. El jueves tengo que sustentar el trabajo de Filosofía y tragedia, en la universidad, y ah, acabo de recordar, el miércoles tengo que ir, a las 3pm al 114 del edificio de humanas para que Alejandro me informe que, en efecto, me tiré lógica IV. Tengo que acordarme de ir a la oficina y guardar los archivos que están en el correo, tengo que acordarme de llamar a la imprenta a ver qué, tengo que acordarme de comprar un mouse y averiguar lo del toner. CBMilch. Camilo llega o llegó hoy, su cumpleaños.
Mañana clase de alemán. No fui el sábado pasado, seguramente no voy a tener ni idea de qué está pasando con nada. Creo que me fue no demasiado mal en el test del capítulo 24, pero, uno nunca sabe con esas lenguas raras. Ojalá mañana no haya test. Me pondría a estudiar, pero tengo mucho que escribir (y sí, estoy perdiendo mi tiempo con el blog) y me duele, además, un poco la cabeza, desde que desperté esta mañana. Puede ser que la almohada no sea muy buena. De todas maneras, puede que eso, esta noche, no importe.

jueves, junio 09, 2005

reseña

Hace poco escribí, por primera vez, una reseña. Era un texto no muy largo, supongo que no muy bueno, sobre un libro que leí muy rápido. Estaba nerviosa por tener que escribirla, creo que aun después de haberla entregado, se me adormecen repentinamente las manos al pensar en eso, no se exactamente por qué. Talvez sea el hecho de que, en tanto reseña, es tan deliberadamente dirigida a alguien más, a alguien que va a querer saber algo sobre algo, sobre alguien. Es, en parte, como escribir sobre mí misma y colgarlo en una página de internet, pero, también es esribir sobre otra cosa, algo dependiente por completo del libro mismo, un 'yo' que lee el libro e imagina dibujitos seriados. Es justo al considerar eso cuando me asusto. Las palabras que escribo sobre mí son poco claras, en parte porque no sé cómo escribirlas de otra manera y en parte porque no sé exactamente sobre qué estoy hablando. En ocasiones, escribir sobre mí es producto de impulsos contradictorios, querer hablar, sin querer realmente decir nada. Es hablar vacíamente, sobre algo a lo que tengo acceso solamente yo, algo que sólo yo puedo creer que conozco; noy hay necesidad de que alguien entienda, ni siquiera yo misma.
Con un libro es distinto. El libro está ahí, a la vista de todos, es, al menos en un sentido, el mismo libro el que leo yo y el que lee alguien más. Y aunque sea cierto que no es exactamente lo mismo lo que se lee, porque, después de todo, no podemos quitarnos los lentes azules, sí hay algo común que se está buscando, algo que se quiere decir. Hay que hablar sobre algo distinto de uno mismo, así sea sólo posible a través de uno mismo; tengo que hablar yo, con mis palabras, sobre algo que no soy, completamente, yo. Entonces pienso que no soy capaz de hablar ni de eso que permanece, ni de ese 'yo' efímero que luchando con el astigmatismo se genera de repente. Ahí es cuando quedo acorralada, con las manos sobre el teclado, sentada frente a una pantalla y el libro, justo a mi lado, haciéndo fieros y muecas burlonas por que sabe que, en últimas, no voy a decir nada sobre él.
¿Qué podría yo escribir acerca de un libro?

sábado, junio 04, 2005

camiseta-remera-polo-playera

Hace unos meses conocí a Drayru en una reunión de "Bloggers". Él llevaba puesta una camiseta con el logo de Blogger impreso, similar a la camiseta con el logo de Devian que usaba hasta hace un tiempo en la foto de la pequeña ventana de comentarios en su blog. Tiempo después, en el blog de Molly Parker (creo), se publicaba una foto de la dueña usando una camiseta con el logo de Google. Recuerdo a mi papá contando que, en las playas de Panamá, un par de gringos lo miraron despectivamente al notar que la camiseta que él usaba decía "MatLab 4.5" y no "MatLab 6.0", como las de ellos.
Los íconos impresos en tela parecen ser toda una forma de comunicación entre comunidades lingüísticas particulares, no es lo mismo tener una camiseta con el pingüino de Linux a tener una con la ventanita coloreada, ni es lo mismo usar en el pecho a PageMaker que a LaTex. Lo icónico en lo referente a computadores parece facilitar este tipo de comunicación, es más complicado identificar a Milán Kundera por su cara que darse cuenta que el pingüino de Linux no es el de Bon-ice. Quizá por eso los literatos, los historiadores, los sociólogos, los psicólogos y los filósofos no decoramos nuestra ropa, aunque, ganas no nos falten. Hay papayasos, oportunidades para lograr decirle al mundo "esta persona decía cosas interesantes"; Marx, Nietzsche, Darwin, el Che, Cortazar y otros tuvieron la fortuna de tener rasgos fácilmente reconocibles y fácilmente imprimibles. Uniéndonos a la vanguardia en moda-geek, Miguelito y yo nos hemos hecho de la imagen impresa del hombre que es capaz de escribir un ensayo completo sobre un paraguas extraviado, que es perseguido por miles de fantasmas y que representa todo aquello que necesariamente tiene que quedar incomprendido: Jacques Derrida.



Supongo que no es del todo importante que no sea yo una fervorosa derridiana, como mi papá no es un apasionado por MatLab 4.5, ni Drayru (quizá) por Blogger. Leí Espolones mientras estaba todavía en el colegio y unas conferencias que dió Derridá sobre Kant cuando apenas entraba a segundo semestre. Pero creo que ahí se acaba, en gran medida, mi conocimiento del francés. En cualquier caso, es una bonita camiseta.

miércoles, junio 01, 2005

einundzwanzig

"[...]Pero aquella mujer, aunque naturalmente tenía que saber que ya no era hermosa, lo había olvidado en aquel momento. Con cierta parte de nuestro ser vivimos todos fuera del tiempo. Puede que sólo en circunstancias excepcionales seamos conscientes de nuestra edad y que la mayor parte del tiempo carezcamos de edad[...]"

Cada año hay alguien ausente en esta fecha, pero, no del todo.