Hace unos cuantos días, me encontraba en mi oficina en la grata compañía de
Michin,
Ascaroth,
Juan Pablo y Aponte y noté que en el GoogleTalk estaba conectado Ascaroth. Claramente, la aparición del jovencito como conectado significaba que había dejado su computador encendido con la sesión del messenger aquél iniciada. Su papá -Chucho, mi suegro- estaba trabajando en el computador y recibiría cualquier mensaje enviado. A manera de chiste, escribí en la ventanita aquella "chucho, andrés manda a decir que eres una champurrea". La idea, inicialmente, era simplemente escribir el mensaje SIN enviarlo, para causar algo de risillas, para divertir a los presentes; pero ¡oh malévola maña de secretaria! ¡oh terrible costumbre del meñique apresurado!, el mensaje se envió, quedando registrado como "aranta (maría lucía rivera) dice: chucho, andrés manda a decir que eres una champurrea". No sólo peligraba con tal mensaje el bienestar del joven Ascaroth sino mi imagen como nuera; acababa de escribir "champurrea" a una de las personas con las que necesariamente debo aparecer como una niña de bien. Chucho empezó a estripar el botoncito "call" repetidamente y a enviar e-mails, cuando por fin descubrió el mecanismo del chatteo, no supe cómo justificar tan soez comentario. Todo terminó con la imputación de la culpa a Aponte y Juan Pablo, yo, después de tan malvada acción, resulté impune.
Hablabamos con
Luis Ricardo acerca de las "malas palabras" colombianas el otro día y le comentaba que el sufijo "rrea" hace de cualquier palabra una grosería; comentábale también que es una norma universal el que las palabras con "ch" y "ñ" sean aptas para un uso soez. En el momento de hablar con él, no se me ocurrieron suficientes ejemplos, pues, es bien sabido que la vulgaridad tiene como condición de posibilidad la motivación de la ira, la indignación, el dolor físico o el futbol.
Pongamos un ejemplo hipotético, alejado de los hechos lo suficiente para que cualquier coincidencia con lo real no sea nada más que una coincidencia.
Supongamos que existe una jovencita
X que trabaja para una revista
Y que tiene que entrar a la empreza
Q.
X llama a la imprenta.
X:-
A, cómo te va... gracias, bien... llamaba a pedir la cotización para
Y...si, si, nnn páginas... si, si, con los papeles del NIT, Cámara de Comercio y para-fiscales... ¿hoy mismo? ¡qué maravilla!... bueno, muchísimas gracias, cualquier cosa me llamas.
Dos semanas después,
X descubre con dolor que lo que pidió no ha llegado. De nuevo, llama a
A.
X:-
A, qué tal... más o menos, desafortunadamente... si, todavía no llegan los papeles... sí, es urgente... por favor, necesitamos eso pronto para que
Y salga a tiempo... ¿esta misma tarde?, bueno, por favor que sea así. Hasta luego.
Confiada en la veracidad de
A,
X espera otras dos semanas (una movida ciertamente estúpida) y llama a quien se encarga de pedir la orden de trabajo, para enterarse de que la cotización NUNCA LLEGÓ!.
X llama, de nuevo, a
A.
X:- Necesito que envíe los papeles hoy mismo.
A:- Ah, si, qué pena, es que no sé por qué no llegaron. Esta misma tarde los envío, a dónde es que hay que mandarlos?
X:- A donde siempre, por favor, ya estamos tarde.
A:-Ya mismo le doy los papeles a la mensajera para que los lleve.
La semana siguiente llama
X de nuevo y se entera de que los papeles no llegaron, y así, vuelve a llamar.
X:- ¿Qué pasó con los papeles?
A:- ¿Qué papeles?
X (invadida por un impulso asesino):- ¡La cotización!
A:- Ay, no sé. Esperame y averiguo.
Pasan veinte minutos al son del carrito de los helados La campiña.
A:-Pues acabo de hablar con la mensajera, me dijo que se le olvidó llevar los papeles.
(X piensa para sí misma: Qué??!?!?!?! mandinga sea! haga el favor de inventarse algo, no sea descarada, faltaba más! que yo tenga que rogarle para que haga el trabajo que le estoy pagando por hacer, incompetente mental, es que usté cree que no tengo nada mejor que hacer con mi vida que esperar a que usted, pedazo de chucha, le de la berraca gana de dejar de rascarse las nalgas?)
X:-Vamos ya tres semanas tarde a causa de sus demoras, necesitamos que esos papeles estén hoy mismo aquí.
X cotiza con otra empresa, pero se entera de que la orden de trabajo ya ha sido expedida, aunque no puede mandarse nada a imprenta porque FALTAN UNOS PAPELES. Ya más tranquila por la situación, decide darle una semana a
A para que enderece su caminao. Pero, de nuevo, todo es un engaño. La orden se vence sin que llegue nada,
Y está oficialmente tarde y doña
A is nowhere to be found.
X se sienta en su computador y decide escribir una cartita:
Estimada
A,
reciba usted un cordial saludo. Escribo para informarle que a causa de su empedernida negligencia para con nosotros hemos decidido prescindir de sus servicios y repartir el chisme de que usted se corta las uñas de los pies con un bisturí oxidado que encontró en la avenida Carácas. Quisiera agregar que su incompetencia la ha hecho merecedora de los siguientes títulos: trinchompla come-mocos, caremedia, champurrea falta de palabra, verbimborrea piojosa y lagañuda, gonocaca, guaricha mendáz, peritorrea, faltona, burócrata verborréica, ñámpira inmunda, piroba, pedazo de imbécil, parangaricutirimicuara, coprococo y, aunque su madre sea muy santa, tetrahijueputa.
Gracias por su atención,
X