Deutschland siegt bei Petra zu Hause.
Ayer, como todos los días de mi vida, me levanté más tarde de lo que debía, me demoré más tiempo en la ducha del que tenía presupuestado, me dejó el tram, olvidé el celular en la mesa de noche, llegué a la mensa cuando ya sólo había del menú caro, caí en cuenta por enésima vez de que NO me gusta el latte macciato, porque "latte" significa "leche" y no "chocolate", boté los cigarrillos en el trayecto entre la mensa y el Hemmingway's, se cayó el botón del pantalón y se reventó el único caucho que tenía para amarrarme las mechas. Un día muy normal, dentro de todo.
Habiendo almorzado, fui al Hemmingway's a ver el partido de Espanna contra Ucrania. No fue sino hasta el segundo gol (y yo pensaba que eso iba a quedar 2-1 a favor de los espannoles) que caí en cuenta de que había olvidado hacer mi predicción en la polla de futbol. Y pensar que estaba como en el tercer puesto!! Como el Hemmingway's es un bar (en realidad le dicen "Studentencafé", pero a este pueblo le dicen Stadt y va uno y mira y no...), hay que comprar cerveza si uno quiere sentarse a disfrutar el partido. Me compré una Großes Bier de 2,80? que me alcanzó para el primer tiempo del partido no más... Acabado el partido, salí con Nicolás (estudiante de filología en la Nacional) a caminar por ahí; por algún extranno motivo, siempre que uno 'camina por ahí' en este pueblo, cuando no tiene clase y hay fútbol, termina uno en un mercado comprando cerveza. Nos tomamos dos cervezas más (quepa aclarar que la cerveza de acá tiene 5,4 grados de alcohol y viene en botella de 0,5 litros). En franco estado de alcoholemia, procedí a buscar a los parceros con los que vería el partido de Alemania contra Polonia, el evento más importante en este pueblo desde que los hermanos Humbolt visitaron la Universidad. Comimos y salimos para el Audimax, donde había al menos 300 personas, entre alemanes y polacos, acaparando cada centímetro del lugar, con la esperanza de ver a su equipo, respectivamente, patearle el trasero al otro. Es bien sabido que los polacos son paisas sin macheta, que no es sino que les den vodka y futbol para que se enciendan y se pongan agresivos y, habiendo ya perdido contra Ecuador, era posible que a la luz de una derrota hubiera bonche por estos lares. Como estaba muy lleno fuimos al Hemmingway's (de nuevo) a ver el partido. Rodeada completamente de alemanes, me dispuse a pedir, nuevamente una großes Bier (otros 0,5 litros) y a tratar de hacer rimar "Deutschland" con alguna vaina. Las razones por las que le voy al equipo teutón son varias. En primer lugar, estoy acá y si quedan campeones va a llover cerveza del cielo, lo cual, en mi pobreza absoluta es un regalo de los dioses. En segundo lugar, porque si Alemania ganaba contra Polonia, los chances de que Ecuador pueda empatar o perder contra los locales el próximo martes y clasificar a siguiente ronda son altos. Y en tercer lugar, porque Petra aus Dortmund quería ver a su equipo victorioso en el estadio de su ciudad natal (jeje).
Quizá fue el exceso de alcohol que por mis venas corría, quizá la euforia de estar rodeada de alemanes que sin prejuicios portaban la bandera nacional y coreaban "Wir werden Weltmeister!", quizá fue la matraca que me prestaron para hacer ruido, pero ayer, con los ojos fijos en la pantalla dispuesta en el ventanal del local, me sentí viendo un partido de mi selección. La misma tensión en el ambiente, la misma fuerza con cada tiro de esquina, con cada pase bien logrado, con cada atajada, con cada falta no pitada y pitada, con cada enfoque de la tribuna que en el estadio se comía las unnas queriendo ganar el partido. Viendo correr el reloj aumentaba la angustia, al minuto 89 (quizá), un gol anulado que se alcanzó a celebrar por lo alto, animó aún más a todos los congregados. Y luego, un golazo de Neuville al minuto 91, cuando ya todo parecía haber quedado clausurado, hizo estallar por completo a este pueblo en el que vivo. Mil gritos, abrazos, saltos, sólo faltó la maizena. Había acabado el partido y Alemania tenía ya fijo su cupo para la siguiente ronda.
Partimos luego a una fiesta, en el parqueadero de los tram, gente de todas partes, absolutamente eufórica no cesaba de cantar que este anno serán campeones del mundo. Lo que me recuerda, hay una cancioncita por acá, de una banda llamada Sportfreunde Stiller, que me parece muy simpática. En la cancioncita se muestra que si uno toma los annos en los que Alemania ha sido campeón del mundo ('54, '74, 1990) y hace cosas raras con los operadores matemáticos, resulta innegable que este anno también se dará la vuelta.
54 * 74 - 1990 = 2006.