jueves, junio 15, 2006

Deutschland siegt bei Petra zu Hause.

Ayer, como todos los días de mi vida, me levanté más tarde de lo que debía, me demoré más tiempo en la ducha del que tenía presupuestado, me dejó el tram, olvidé el celular en la mesa de noche, llegué a la mensa cuando ya sólo había del menú caro, caí en cuenta por enésima vez de que NO me gusta el latte macciato, porque "latte" significa "leche" y no "chocolate", boté los cigarrillos en el trayecto entre la mensa y el Hemmingway's, se cayó el botón del pantalón y se reventó el único caucho que tenía para amarrarme las mechas. Un día muy normal, dentro de todo.
Habiendo almorzado, fui al Hemmingway's a ver el partido de Espanna contra Ucrania. No fue sino hasta el segundo gol (y yo pensaba que eso iba a quedar 2-1 a favor de los espannoles) que caí en cuenta de que había olvidado hacer mi predicción en la polla de futbol. Y pensar que estaba como en el tercer puesto!! Como el Hemmingway's es un bar (en realidad le dicen "Studentencafé", pero a este pueblo le dicen Stadt y va uno y mira y no...), hay que comprar cerveza si uno quiere sentarse a disfrutar el partido. Me compré una Großes Bier de 2,80? que me alcanzó para el primer tiempo del partido no más... Acabado el partido, salí con Nicolás (estudiante de filología en la Nacional) a caminar por ahí; por algún extranno motivo, siempre que uno 'camina por ahí' en este pueblo, cuando no tiene clase y hay fútbol, termina uno en un mercado comprando cerveza. Nos tomamos dos cervezas más (quepa aclarar que la cerveza de acá tiene 5,4 grados de alcohol y viene en botella de 0,5 litros). En franco estado de alcoholemia, procedí a buscar a los parceros con los que vería el partido de Alemania contra Polonia, el evento más importante en este pueblo desde que los hermanos Humbolt visitaron la Universidad. Comimos y salimos para el Audimax, donde había al menos 300 personas, entre alemanes y polacos, acaparando cada centímetro del lugar, con la esperanza de ver a su equipo, respectivamente, patearle el trasero al otro. Es bien sabido que los polacos son paisas sin macheta, que no es sino que les den vodka y futbol para que se enciendan y se pongan agresivos y, habiendo ya perdido contra Ecuador, era posible que a la luz de una derrota hubiera bonche por estos lares. Como estaba muy lleno fuimos al Hemmingway's (de nuevo) a ver el partido. Rodeada completamente de alemanes, me dispuse a pedir, nuevamente una großes Bier (otros 0,5 litros) y a tratar de hacer rimar "Deutschland" con alguna vaina. Las razones por las que le voy al equipo teutón son varias. En primer lugar, estoy acá y si quedan campeones va a llover cerveza del cielo, lo cual, en mi pobreza absoluta es un regalo de los dioses. En segundo lugar, porque si Alemania ganaba contra Polonia, los chances de que Ecuador pueda empatar o perder contra los locales el próximo martes y clasificar a siguiente ronda son altos. Y en tercer lugar, porque Petra aus Dortmund quería ver a su equipo victorioso en el estadio de su ciudad natal (jeje).
Quizá fue el exceso de alcohol que por mis venas corría, quizá la euforia de estar rodeada de alemanes que sin prejuicios portaban la bandera nacional y coreaban "Wir werden Weltmeister!", quizá fue la matraca que me prestaron para hacer ruido, pero ayer, con los ojos fijos en la pantalla dispuesta en el ventanal del local, me sentí viendo un partido de mi selección. La misma tensión en el ambiente, la misma fuerza con cada tiro de esquina, con cada pase bien logrado, con cada atajada, con cada falta no pitada y pitada, con cada enfoque de la tribuna que en el estadio se comía las unnas queriendo ganar el partido. Viendo correr el reloj aumentaba la angustia, al minuto 89 (quizá), un gol anulado que se alcanzó a celebrar por lo alto, animó aún más a todos los congregados. Y luego, un golazo de Neuville al minuto 91, cuando ya todo parecía haber quedado clausurado, hizo estallar por completo a este pueblo en el que vivo. Mil gritos, abrazos, saltos, sólo faltó la maizena. Había acabado el partido y Alemania tenía ya fijo su cupo para la siguiente ronda.
Partimos luego a una fiesta, en el parqueadero de los tram, gente de todas partes, absolutamente eufórica no cesaba de cantar que este anno serán campeones del mundo. Lo que me recuerda, hay una cancioncita por acá, de una banda llamada Sportfreunde Stiller, que me parece muy simpática. En la cancioncita se muestra que si uno toma los annos en los que Alemania ha sido campeón del mundo ('54, '74, 1990) y hace cosas raras con los operadores matemáticos, resulta innegable que este anno también se dará la vuelta.
54 * 74 - 1990 = 2006.

domingo, junio 11, 2006

empezó esta vaina y yo sin boleta!

Por fin empezó el mundial de fútbol. Después de largas semanas en que la temperatura no estuvo nunca por encima de los 18°, por fin empezó a calentar un poquito y a haber cielos azules, perfectos para andar medio borracho por las calles de Berlin berriando en alemán que me siento huérfana sin mi Selección en el mundial y gritándole a los hinchas argentinos que este anno también salen en primera ronda... ehm, digo, para seguir estudiando duro y parejo en la universidad.
Una amiga alemana de ascendencia por un lado latinoamericana me invitó a ver el partido de apertura del mundial; nos fuimos al auditorio máximo de la universidad, encontrándonos por el camino con cantidades impresionantes de personas con la cara pintada con el tricolor germano, banderitas y el demasiado caro trikot (la camiseta oficial). Al venir a Alemania, muchísima gente me había dicho que aquí poco le jalan a lo de la bandera y el himno nacional, pero no era sino que pusieran la jeta de Beckenbauer en la pantalla para que todo el audimax (unas 100 personas, si no más) vitorearan y gritaran al unísono "Deutschland, Deutschland!!". A mi me parece conmovedor ver a tanta gente siguiendo con los ojos una pelota, moviendo las manitas cuando se va a cobrar un tiro de esquina y luego gritando "ooooooh" cuando por fin se logra el disparo. Los goles de alemania se celebraron con la mayor euforia que logra expresar un alemán, botando cerveza al aire (porque, sí, en la uni dejan beber durante los partidos) y hondeando la bandera. Mi amiga -llámase Diana- iba por Costa Rica, y yo, en franco sentimiento de solidaridad, la acompanné en su celebración de los goles de Wanchope, a grito herido "golaaaaazo hijueputa, golaaaazo!!!" Acabó el partido y todo el mundo loco, la felicidad de haber conseguido la primera victoria mundialista, a pesar de todas las dudas que recaían sobre la selección alemana dejó ver un lado mucho más amable de los parcos alemanes que viven en este pueblo.
Antes de proseguir con el relato, recordemos un momento la situación geográfica de Frankfurt Oder y las particularidades de la universidad. Nos econtramos a menos de 3 minutos a pie de la frontera con Polonia, tenemos un pedazo de la universidad (el Collegium Polonikum) allá y me atrevería a decir que un 40% de la población estudiantil es polaca. En cambio, en toda la universidad hay un total de 3 mexicanos, 5 argentinos y 4 colombianos; una muy muy pequenna cuota latinoamericana. Ni los mexicanos, ni los argentinos vieron el partido Ecuador-Polonia en el audimax, y los otros 2 colombianos estaban en algún otro lado del país. Así que Judy y yo, acompannadas por Diana, eramos la muy pequenna barra por Ecuador. Yo compré una banderita del símil del tricolor patrio por 1,5? y me dispuse a sentarme entre la marejada albirroja que gritaba rítmicamente "Polska, Polska!". Vino el primer gol de mis cuasipaisanos, me paré grité, hice la ola, agité la banderita... cuando volteé, todo el auditorio me miraba con carita de "nos vemos afuera, mona" y gritaban "Assssssiiiiiiissss!!". Me importó?, no. Vino el gol anulado de Polonia, ahí sí fijo me iban a chuzar afuera, los polacos tienen fama de ponerse muy agresivos cuando se trata de fútbol. Me prometí no celebrar con tanto entusiasmo los demás goles de Ecuador, pero, al venir el segundo, se repitió el espectáculo. Judy y yo gritamos, nos abrazamos, bajamos corriendo los escalones del audimax, nos pusimos la bandera en la cabeza... actitud poco prudente. Apenas acabó el partido, salimos rapidito, para encontrarnos con cientos de polacos deprimidos... en lugar de tomar el nachtbus, decidimos caminar, así al menos se puede correr... Pero bueno, como dice Judy, "Qué felicidad tan amarilla".
El sábado decidimos irnos a Berlin a ver futbol frente a la puerta de Brandenburgo. El partido que yo esperaba con más ansias, Argentina-Costa de Marfil, se vió amenizado por el encuentro con un colega camerunés por estas tierras... quién creería que vendría a Alemania a encontrarme con un filósofo proveniente de Camerún interesado por mi tema de tesis... Había montones de personas congregadas frente a las 5 o más pantallas que se habían dispuesto en esta zona de Berlin para mostrar el partido. La gran mayoría eran hinchas de Argentina, hispanoparlantes, por lo que me gané un par de malas miradas ante mis gritos reprobatorios de los ya conocidos dotes histriónicos de los jugadores argentinos. Acabado el primer tiempo, y con los piecitos cansados de haber estado saltando 45 minutos seguidos por el grandioso equipo de Didi, me atacó mi enemigo de muchos annos, la migranna poderosa y tuve que irme del lugar, buscar el bahnhof e iniciar el viaje de una hora y media de vuelta a mi lugar de residencia. Muy para mi pesar, a escasos pasos del lugar de la proyección, y ya sin poder ver la pantalla, se oyó un grito común, aplausos, emoción por todas partes. Yo pensé que era el tercero de Argentina, que esto ya se había acabado, pero, mientras caminaba frente a un almacén de insumos deportivos, alcancé a ver que el marcador estaba 2-1. Me perdí el gol de Drogba!!!! Maldita cabeza mía [Paréntesis: GOOOOL de Holanda!!, vamo Robben!! cómo son de buenos los jugadores de mi Chelsea!]. Bueno, en últimas llegué a Frankfurt como a la 1:20 de la mannana, con la cabeza en llamas, los ojos resecos, mal genio por no poder ver el gol, tristeza por la derrota y un cansancio generalizado. Hoy tengo cita mundialista para ver el partido de México y por el momento leo el live ticker del partido Holanda-Serbia y Montenegro (a los que por cierto deberían sacar del mundial, pues no son siquiera y un país de verdad).
En otras noticias, desde que llegué aquí, todo alemán que conozco me dice: "du aber siehst nich wie eine richtige Kolumbianerin aus, bist du sicher, dass du kolumbianerin bist?", así que hace unos días hicimos un test. Le dijimos a una alemana, amiga de unos amigos que yo era "Lucía, aus Kolumbien", ella respondió con el comentario aquél y le dijimos "nono, mentiras hombre, ella es Petra, aus Dortmund", a lo que respondió "claro! yo si sabía que era alemana!". Pasamos dos horas tratando de mostrarle que yo en realidad no era Petra, ni de Dortmund, ni de ascendencia alemana, ni nada. No quiso creer. Le mostré el pasaporte colombiano, ahí hizo cara de que había algo raro... Y bueno, Petra le va a Alemania en el mundial, espera emborrachecerse como sólo los alemanes saben viendo triunfar a la manschaft, mientras Lucía le va a ecuador y grita como los costennos en reinado. Vamos a ver si no nos quedamos sin equipo en el mundial.